El 1º de diciembre de 1974, durante la guerra revolucionaria que vivió el país, reconocida por la Cámara Federal al juzgar a los comandantes, Tucumán fue testigo de un crimen de guerra semejante. Asesinados a traición yacían el capitán Humberto Viola y su hija, María Cristina, de tres años. Con un balazo en la cabeza luchaba por su vida María Fernanda, de 5.